Según Natalia Pérez Botero, psicóloga y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad CES, las relaciones de parejas en la pandemia enfrentaron una crisis, ya que representó un estado de trastornos y desorganización en las costumbres para el que no hubo una preparación.
Para las parejas y las relaciones familiares, la emergencia que trajo la COVID-19 representa uno de esos periodos críticos por la incertidumbre física, económica y emocional que generó. De acuerdo a la psicóloga, enfrentarse a este cambio confrontó las relaciones acostumbradas con un reto para conservar la estabilidad habitual.
“Para algunas parejas fue complejo empezar a convivir todo el tiempo con esas realidades del otro que no gustan y que no se veían a la hora de ser novios o del enamoramiento: que es muy desordenada, que se demora mucho en la ducha, que no cumplen los protocolos de desinfección al llegar a casa; un montón de cosas cotidianas que se van haciendo grandes y pueden deteriorar el vínculo que se tenía”, explicó.
A esto se le agregan puntos de desequilibrio como las parejas que tenían hijos escolares y tuvieron que hacer acompañamiento educativo en el hogar, el teletrabajo, el confinamiento y la imposibilidad de compartir otros espacios sociales como el de un restaurante.
Para la docente estas situaciones “rompieron el equilibrio entre independencia y conexión”, porque se perdieron espacios individuales y de comunicación entre la combinación de trabajo y hogar. Esto generó rupturas de las relaciones, en algunos casos, o un fortalecimiento de estas en tanto crearon estrategias para superar la crisis que abrió el confinamiento.
La psicóloga resaltó que, a partir de su experiencia brindando asesoría de parejas en este periodo, las mejores estrategias surgieron de las relaciones que hablaban sus problemas, que buscaban asesoría profesional para orientar la crisis que se vivía, que pudieron establecer unos protocolos diarios de respeto de ciertas normas acordadas mutuamente.
“Comprender no es algo que se dé porque sí, hay que hablar, escuchar y ponerse en los zapatos del otro. Porque así no estemos de acuerdo, es legítimo lo que me está diciendo y en esos espacios nos podemos contener emocionalmente”, expresaba en una de sus experiencias una de las parejas que consultaron a la psicóloga y que ella compartió anónimamente.
La psicóloga destacó algunas herramientas para solucionar estos problemas como el diálogo al final del día, la creatividad para buscar nuevos espacios para comunicarse y resguardar la intimidad sexual y fijar ciertos protocolos o rutinas que eviten que situaciones cotidianas como el lavado de manos, el cuidado de los niños o la convivencia en teletrabajo, determinen la estabilidad de la relación.